HISTORIA DEL CAMPO
Colombia situado en plena zona tropical, sin el complejo sistema de montañas
andinas que lo atraviesan de sur a norte, el territorio colombiano tendría un
clima cálido y altamente húmedo, muy semejante al de la actual selva amazónica o
al de algunos países tropicales africanos como el Congo. Las tres grandes
cordilleras en que se dividen los Andes sur americanos al cruzar la frontera de
Colombia y el Ecuador, modifican la climatología colombiana creando una gama muy
variada de climas de altura, cálidos en los valles y cuencas hidrográficas,
suaves en las laderas cordilleras medias, fríos y apropiados para el
desarrollo, de la vida humana en las altas mesetas como la Sabana de Bogotá,
donde se encuentra el epicentro de su desarrollo histórico y la actual capital
de la nación. Fragoso, áspero, doblado y enfermo, son los adjetivos usados para caracterizar el territorio de lo que será el
Nuevo Reino de Granada.
La comunicación y el transporte a través de esta barroca geográfica, ha sido el
mayor obstáculo para el desarrollo colombiano, sobre todo, si se tienen en
cuenta dos factores: el débil y lento desarrollo demográfico del país durante el
período colonial y todavía en el siglo XIX, y el hecho de que su poblamiento,
por circunstancias muy particulares de su historia, se hizo a partir del
interior andino del territorio, asiento de su más densa población indígena y de
sus más desarrolladas culturas, como la chibcha, lo que significaba mano de obra
para la explotación de los nuevos territorios, donde además estaban ubicadas sus
mejores tierras agrícolas.sólo empezaron a superarse en la segunda mitad del siglo XIX con el
establecimiento de la navegación a vapor por el río Magdalena y el todavía
incipiente desarrollo de los ferrocarriles, ha tenido para el desarrollo
económico de Colombia numerosos efectos negativos, entre los cuales deben
destacarse dos: el alto costo de sus productos, sea de los destinados a los
mercados externos o a los internos y a la lentitud conque se ha formado un
mercado nacional. La agricultura en particular fue afectada directamente por el descenso de la
población indígena. Ya desde fines del siglo XVI, la escasez de brazos era un
problema para las haciendas, aun en las zonas en que la población aborigen fue
menos rápidamente diezmada, como fueron las tierras de Cundinamarca y Boyacá.
Hacendados y mineros vivieron en disputa por el control de la limitada mano de
obra indígena, grandes propietarios de la Costa Atlántica, del Cauca y del Valle del Cauca,
pudieron disponer de recursos para trabajar sus haciendas de ganado y caña con
mano de obra esclava. La tecnología agrícola, escasamente sobrepasaba los
niveles de la agricultura indígena prehispánica y los de la Edad Media española.
muchas unidades campesinas son más viviendas de trabajadores que verdaderas
bases productivas y que la tierra ha adquirido una gran movilidad,
particularmente durante la década de los ochenta, cuando enormes capitales
forjados en el narcotráfico presionaron los valores rurales hacia arriba. Al
mismo tiempo, sin embargo, la economía campesina ha retenido su importancia y
aún se reproduce en las áreas de frontera, en algunas ocasiones valorizada por
los cultivos de marihuana y coca
La frontera agrícola, sin embargo, les es disputada por comerciantes devenidos en latifundistas, lo cual, sumado a la ausencia de los servicios del Estado, contribuye a que la población colonizadora constituya la base social más importante del movimiento guerrillero colombiano. Tales regiones se convirtieron en los ochenta en escenario propicio de acción de agrupaciones paramilitares, frecuentemente financiadas por narcotraficantes y apoyadas por latifundistas locales. Es allí, desde el Magdalena medio, el Caquetá y el Putumayo hasta los llanos y las regiones del Urabá, donde se concentran los conflictos más violentos que arrastra a sus poblaciones a condiciones fáciles de muerte e infernales de existencia
La frontera agrícola, sin embargo, les es disputada por comerciantes devenidos en latifundistas, lo cual, sumado a la ausencia de los servicios del Estado, contribuye a que la población colonizadora constituya la base social más importante del movimiento guerrillero colombiano. Tales regiones se convirtieron en los ochenta en escenario propicio de acción de agrupaciones paramilitares, frecuentemente financiadas por narcotraficantes y apoyadas por latifundistas locales. Es allí, desde el Magdalena medio, el Caquetá y el Putumayo hasta los llanos y las regiones del Urabá, donde se concentran los conflictos más violentos que arrastra a sus poblaciones a condiciones fáciles de muerte e infernales de existencia
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