TLC-PARA LOS PEQUEÑOS AGRICULTORES
QUE ES UN ( TLC ):
Es un acuerdo mediante el cual dos o más países reglamentan de manera comprehensiva sus relaciones comerciales, con el fin de incrementar los flujos de comercio e inversión y, por esa vía, su nivel de desarrollo económico y social.
Los TLCs contienen normas y procedimientos tendientes a garantizar que los flujos de bienes, servicios e inversiones entre los países que suscriben dichos tratados se realicen sin restricciones injustificadas y en condiciones ransparentes
y predecibles.
Los tratados de libre comercio no son todos iguales. Varían en su cobertura y su profundidad. Es decir, no todos abarcan los mismos temas y el nivel de compromisos asumidos por las partes (países firmantes) en los temas cubiertos no es siempre el mismo.
Como mínimo, los tratados de libre comercio deben contener reglas y procedimientos respecto de la mayor parte de los bienes que pueden ser objeto de comercio entre las partes (universo arancelario).
Cuando el tratado ya esta firmado:
Una vez los tratados son negociados y firmados por los gobiernos, los textos son sometidos a consideración de los congresos de los respectivos países para su aprobación. Una vez aprobados son ratificados y en ese momento se vuelven obligatorios para las partes.
En el caso de Colombia, la Constitución Política exige un requisito adicional, consistente en la revisión previa de la Corte Constitucional.
Tiempo vigente del tlc:
En general, los tratados de libre comercio no están sometidos a término. Es decir, permanecen vigentes hasta que una de las partes proponga a la otra su renegociación o terminación. Esto se realiza mediante un procedimiento regulado por el mismo tratado y por el Derecho Internacional, que se conoce como “denuncia” del tratado.
Para los pequeños agricultores:
Los productores agropecuarios serán afectados de manera diferente dependiendo de
qué producen y si esos productos competirían con importaciones de Estados
Unidos.
Estudios de caso han demostrado que la pobreza y la ausencia de
alternativas económicas han empujado, durante mucho tiempo, a los pequeños
productores hacia el cultivo ilícito de coca, en particular en regiones del país
donde la situación económica y la presencia de actores armados hacen que las
condiciones de vida sean las más precarias (Andrés García y Liliana Moreno,
junio del 2009). Sería un gran fracaso para la política de Estados Unidos, si el
TLC llegara a empujar a más pequeños productores hacia la producción de drogas.
Los pequeños productores con mayor afectación serían aquellos que
dependen de productos que están altamente subsidiados en Estados Unidos. La
cuantificación efectuada por Garay et al., muestra que 71% de los hogares
campesinos vería una reducción en sus ingresos. Para 14% se trataría de una
afectación plena en tanto todos sus cultivos se verían afectados y otro 14%
tendría una afectación alta, mientras que para el 13% sería moderada y para el
31% baja. En promedio, el ingreso agropecuario de los hogares
campesinos se
reduciría 16,1%, lo que representaría una reducción promedio de 10,5% en los
ingresos totales de los hogares.
Este análisis debería suscitar
preocupación. Bajo el TLC, los pequeños productores y los hogares campesinos, en
general, verían caer sus ingresos netos por encima de 16%. Pero el impacto no
sería distribuido de manera equitativa, aquellos con menor cantidad de tierra, y
por lo tanto con menores recursos y mayor vulnerabilidad, sufrirían los peores
efectos. Esto aumentaría aún más la desigualdad rural. Casi medio millón de
pequeños productores verían caer sus ingresos a la mitad o más, y más de 560.000
hogares campesinos sufrirían una disminución en el total de sus ingresos entre
16 y 45%.
Conclusión: El TLC negociado con Colombia bajo la
administración Bush agravaría la pobreza de aquellos que dependen de la
agricultura como su medio de vida. Por lo tanto, este tratado no debería ser
ratificado en su forma actual. El TLC posibilitaría la entrada de productos
agropecuarios subsidiados de Estados Unidos que entrarían a competir con la
producción campesina y eliminaría las herramientas de política pública restantes
que tiene el Estado colombiano para proteger a los pequeños productores y la
producción nacional. Como resultado, muchos pequeños productores perderían sus
medios de vida y encontrarían muy pocas alternativas para sostener sus
hogares.
Este grave perjuicio para los pequeños productores se sumaría a
los ya profundos efectos que sufren por causa del conflicto social y armado,
incrementando así las presiones para que las poblaciones rurales, por ausencia
oportunidades económicas lícitas, se inserten en cultivos de uso ilícito y se
incorporen a la dinámica del conflicto.
Así las cosas, las disposiciones
del TLC en el campo de la agricultura beneficiarían a las industrias y los
productores agropecuarias de Estados Unidos a costa de los pequeños productores
colombianos. Este resultado no beneficia ni a Estados Unidos ni a Colombia. De
hecho, teniendo en cuenta las grandes asimetrías, en términos de desarrollo y
pobreza entre los dos países, un tratado de comercio debería posibilitar el
resultado contrario. Pero tal y como está negociado, el TLC exacerbaría el
problema de pobreza y desigualdad de Colombia, que por otro lado, con la ayuda
externa y las políticas antinarcóticos y de seguridad nacional, el mismo E.U.
busca reducir.